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08 noviembre 2017

Los Tres Venenos (Kleshas): Necedad. Codicia. Odio. Una Visión Budista de la Ignorancia

   

Los Tres Venenos (Kleshas)

 Una Visión Budista de la Ignorancia 

Una Visión Budista de la Ignorancia


Para comprender el tema de este post primero hemos de definir el concepto fundamental del budismo, concepto desde el cual Buddha desarrolla la doctrina contenida en Las Cuatro Nobles Verdades: Dukkha.

¿Qué es Dukkha?

Generalmente esta palabra es errónea y continuamente traducida como sufrimiento y los estudiosos occidentales del budismo repiten: “Buda dijo que la vida es sufrimiento”. Sin embargo es algo difícil abarcar en una sola palabra todo lo que implica el concepto Dukkha.

La idea más aproximada está relacionada con el sentimiento y el pensamiento de incertidumbre e impermanencia que tiende a generar en las personas ansiedad, angustia, miedo, y que las mantiene en un estado permanente de sufrimiento y dolor. La raíz de este complejo y tóxico estado es la Ignorancia.

¿Cómo resolver Dukkha?
Estas preguntas son las que dieron nacimiento al budismo. El Buddha esclareció cuáles son las causas de Dukkha y planteó un método maravilloso para su cese.
La técnica budista para parar el estado de sufrimiento generado por Dukkha se llama Las Cuatro Nobles Verdades. La base del entrenamiento mental es el Discernimiento y la Compasión.
El Buddha enseña que hay tres impulsos nocivos, destructivos, que son la raíz del dolor y el miedo. Se llaman en sanscrito Kleshas (Venenos) y son:
La Necedad - Ignorancia.
La Codicia.
El Odio.

Estas tres Kleshas son la esencia de lo ilusorio del mundo que percibimos, las causas tóxicas que imposibilitan la felicidad, la realización personal y una vida creativa, productiva y amorosa.
Para el budismo la Necedad genera la Codicia y el Odio. La Necedad es la ignorancia de la naturaleza real de la existencia, ignorancia debida al ofuscamiento de la mente. Hemos de aclarar que el concepto de ignorancia (Avidya) o engaño (Moha) es más complejo que lo expuesto en este post.
La comprensión distorsionada del individuo de su relación con lo que considera que es la realidad, su desconocimiento de la unidad coherente de los seres que forman dicha realidad y su incompetencia para percibir que apenas es una parte integrada en una totalidad cósmica lo lleva a sentirse como un ente aislado, fragmentado y sufriente que está inmerso en una obscuridad fundamental.
La Codicia es el resultado esperable del veneno de la necedad. La energía personal se enfoca en la búsqueda de satisfacción en lo inmediato: poder, dinero, reconocimiento, conquista y amor… mucho amor. Más, esta compulsiva necesidad de satisfacción no le brinda felicidad y requiere un perenne necesito más para llenar el abismo de su ignorancia de lo esencial. El otro deja de ser su prójimo para ser convertido en un medio de sus metas egóticas.
Tal estado de egoísmo produce frustración sin importar todo el éxito obtenido para satisfacer su codicia. 
El Odio tiene su raíz en tal estado de egoísmo y frustración. El resentimiento personal se expresa en el medio ambiente social como discriminación, ira, intolerancia, envidia, violencia física o emocional en diversos grados de intensidad; justifica el racismo y el maltrato a los que considera más débiles, diferentes e inferiores. No hay odio pequeño.
Este es el Camino de la Destrucción propia y del otro.
Aunque parezca extraño y pueda resultar inesperado, el budismo es intrínsecamente un sistema de educación en valores, un entrenamiento de la mente que cada uno es para vivir con salud mental y física; un reforzamiento de las conductas funcionales que se manifiestan como armonía social, generosidad, compasión y amor a todos los seres sintientes.

¿Pueden ser erradicados estos tres venenos?
La respuesta es sí y Siddhartha Gautama mostró con su ejemplo personal la validez de esta afirmación.
Los Tres Venenos están manifestados en las personas como conducta, como actitudes disfuncionales que limitan la realización del individuo manteniéndolo en ese estado cotidiano de malestar, pesimismo, inseguridad y violencia contra sí mismo y hacia los demás.
El budismo es la oportunidad de dirigir la voluntad hacia la creación de un modelo mental de valores positivos, de creencias expansivas que producen el respeto de la propia existencia y la de las demás personas.
Todo comportamiento tiene su origen en la mente. El antídoto contra las Kleshas igualmente tiene su origen en la mente.

¿Cómo erradicar las Kleshas?
Como dijimos anteriormente: el entrenamiento mental consciente, diario, permanente; en pensamientos y sentimientos funcionales que dignifican la vida, priorizan el amor y estableciendo relaciones de respeto basadas en la tolerancia, la generosidad y el apoyo recíproco.
Cuando una persona se aferra a otra y pretende apoderarse de su individualidad, cuando se engancha a “los bienes que posee” por el inconsciente y atenazante miedo de perderlos, cuando la sensación de carencias afectivas o económicas desplaza su disfrute del amor y su capacidad de ser productivo… entonces necesita ver su rostro en el espejo del bienestar, de la estima por sí mismo.
La ignorancia desde la concepción budista no está relacionada con algún tipo de conocimiento académico o intelectual. Es, utilizando un concepto occidental, una ignorancia metafísica, espiritual.
Algunas personas tienden a experienciar la realidad utilizando sólo sus cinco sentidos, a creer sólo en lo que perciben por medio de estos. El Yo consciente es considerado la realidad suprema y ser productivo es básicamente un asunto financiero. Adicionalmente muchos sufrieron una niñez con abundancia de maltrato, abuso, desamor. Otros aprendieron a ser egoístas, a que la vida es dura y es sufrimiento.
Una vida de culpas y víctimas, de pesimismo y sensación interior de fracaso… eso es la ignorancia.  El concepto y el sentimiento de culpa ha de ser removido y reemplazado por el de responsabilidad personal. Soy responsable por mis acciones y mis palabras, actúo con responsabilidad personal y social.
El individuo egótico vive para sí, habla casi exclusivamente de sí. La persona funcional sabe que es parte de un todo social y participa en esa totalidad con alegría, generosidad y amor.




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