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17 noviembre 2017

¿Qué es la percepción? Acerca de sensaciones y percepciones


La Consciencia: Sensación y Percepción


Sensación y Percepción


La relación entre la mente y la realidad



Soy percepción, entonces existo.
Antonio Belisario

Los ojos no ven el mundo… lo hace el cerebro.


¿Cómo percibo la realidad?

Este segundo post acerca de la consciencia trata, brevemente, sobre la relación del cerebro con el mundo exterior. ¿Cómo los estímulos que llegan al cerebro por medio de nuestros sentidos se transforman en información y generan una respuesta, un sentimiento, en el mismo? Ser conscientes implica un “de qué”, “cuándo”, “cómo” y un “dónde”. 
Nuestros cinco sentidos son los medios fisiológicos por los cuales respondemos a los estímulos visuales, táctiles, olfativos, auditivos y gustativos que denominamos sensaciones.
Es necesario comprender la importancia de las sensaciones y cómo el cerebro transforma estas en percepciones.
¿Cómo percibo la realidad? ¿Cuál es mi percepción acerca del amor? ¿Qué pienso con relación al trabajo? ¿Cuál es mi percepción sobre la vida? ¿Qué siento cuándo tengo una pérdida? ¿Cómo percibo el tiempo?
El término percepción es muy utilizado en el diario vivir y es aparentemente algo sencillo de comprender. Cuando alguien en una conversación coloquial nos pregunta nuestra percepción de una determinada situación respondemos sin titubear; o bien si estamos, por ejemplo, en la playa frente a un atardecer, lo percibimos y lo admiramos, y por supuesto no nos detenemos a pensar en cómo se da este proceso.
La sensación es el proceso cerebral primario mediante el cual los receptores sensoriales reciben e incorporan como representaciones mentales de la realidad física los estímulos energéticos del medio ambiente.
Esta información es seleccionada para ser ordenada e interpretada como percepciones gracias a la participación de la memoria, la emoción, el pensamiento, la motivación, los sentimientos, las experiencias sensoriales previas, en fin la experiencia. Esto implica un reconocimiento del objeto o el acontecimiento percibido para producir una adecuada interacción con el ambiente. Este proceso es fundamental para la supervivencia y la evolución del individuo y de la especie tanto en el aspecto biológico de la misma como en el psicológico o social.
La información es almacenada como experiencias por el cerebro gracias a uno de sus procesos más importantes con relación al tema de la consciencia: el proceso cognitivo. La experiencia es el aprendizaje realizado por el individuo y le permite darle una valoración y una significación a la misma que transforman el comportamiento y las actitudes con relación al ambiente en el cual está inmerso.

Estímulo, sensación, percepción… proceso cognitivo, cíclico, continuo.

La mente que soy está en permanente aprendizaje, categorizando, estableciendo relaciones, en su función de aprender, comprender y “crear la realidad”. Con cada estímulo nuevo, diferente al ya aprendido, desarrolla e interioriza experiencias inéditas soportadas en eso desconocido que hay que significar, relacionar, comprender y ser.
Y ser es necesariamente un modelo mental del mundo, soy paradigmas. Cada estímulo energético que llega a mis sentidos altera expansiva o nocivamente las creencias que soy. La misma visión de un atardecer en la montaña es percibida de manera diferente por cada cerebro, por cada mente. Para el depresivo es ocasión de sufrimiento, para el enamorado lo es de arrobamiento. Cada quién decide qué hace con sus percepciones y esa decisión está soportada, básicamente, en lo que aprendió durante los primeros siete años de su vida.   
La percepción transmuta las sensaciones en maravilloso o atormentador conocimiento pleno de significados, emociones, sentimientos. La percepción es el nacimiento de la consciencia, la manifestación del yo estoy siendo yo y el otro.
El percepto es contenido, es la experiencia que tenemos del mundo asimilada cognitivamente; es  representación, y sus componentes son la memoria que establece el reconocimiento; las creencias, asociadas a la conducta y las habilidades; los conceptos que categorizan semánticamente la realidad que estamos siendo y lo afectivo, gracias a lo cual valoramos los datos que recibimos del medio ambiente. 
 Sin embargo, nuestros sentidos perciben un porcentaje muy pequeño de la realidad física, están tan limitados en sus capacidades. Hay colores que no podemos percibir, sonidos que escapan a nuestro sentido del oído, olores inimaginables por nuestro cerebro…
Igualmente sucede con el procesamiento de la información y con la capacidad de comunicar la misma.

La distorsión de la percepción
Implica una actitud psicológica nociva al asumir ideas que no concuerdan con la realidad y generando emociones, sentimientos y pensamientos tóxicos. La vida subjetiva de la persona es un caos, saturado de conflictos, insatisfacciones y displacer; por ejemplo, la persona percibe de forma alterada las dimensiones del cuerpo convencida de que “está gorda” (anorexia nerviosa) y comienza de manera obsesiva dietas que ponen en peligro su salud, llevándola en algunas ocasiones hasta la muerte. Hay un problema de imagen que no está en el espejo...  
Cuando hay un trastorno de la percepción de sí esta tiene un carácter subjetivo que tiende a no relacionarse con la realidad física.

Otros ejemplos de distorsión de la imagen corporal son:
El trastorno dismórfico corporal, la dismorfia muscular y la vigorexia. Tales trastornos en la percepción generan preocupación excesiva, ansiedad, depresión y aislamiento en el aspecto social.

La distorsión de la percepción a través de algunas preguntas y afirmaciones.
¿Cómo afectan las circunstancias sociales la realidad que creo ser? ¿Determinan tales escenarios de manera inevitable el cómo me siento?
Necesito descubrir si el modo en que pienso la realidad, en ese perenne monólogo interior, es una distorsión cognitiva de esta.
¿Pienso catastróficamente sobre situaciones cotidianas y obtengo la ganancia de la incertidumbre y la ansiedad?
No debo personalizar las cosas que ocurren a mi alrededor.  Ni las situaciones ni las actitudes de los demás tienen que poseer una connotación de desastre personal.
No descalificar ni restar valor a los logros, a las vivencias positivas es lo sano. No hay que poner el enfoque, la exageración, en cosas negativas que, sprobablemente, no están allí.
¿Cómo me siento al vivir bajo normas rígidas y, probablemente irracionales?
Si siento que alguien me engaña razonar desde lo emocional justificará toda mi desconfianza. 
¿Por qué anticipar el fracaso en lo que se está por realizar?
Sin elementos suficientes de juicio no es sano pretender adivinar lo que el otro piensa, o suponer su intencionalidad.
¿Polarizo al extremo las cosas, aún las más simples, en un tóxico todo o nada?
Generalmente... es bueno no generalizar.
Es tan sesgado eso de confirmar a como dé lugar los prejuicios acerca de las personas o de las circunstancias. Sólo estar al asecho para gritar jubiloso… ¿Ves? Yo lo sabía.
¿Cómo me siento y qué pienso acerca de mí con relación al otro? El otro siempre es mejor que yo o seguramente es un pobre diablo.
Hemos de cuidarnos mucho de valorar selectivamente las circunstancias y a las personas de manera negativa sin tomar en consideración los aspectos positivos, funcionales.
¿Por qué la vida es tan injusta conmigo?
Calificar negativamente la propia persona y a las demás sin considerar todas las circunstancias es vivir con una etiqueta en la frente.

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