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22 agosto 2018

El Divino Secreto de La Oración. Un diálogo íntimo con Dios.

El Divino Secreto de La Oración.

Un diálogo íntimo con Dios.

Un diálogo íntimo con Dios.
Foto: KevinBluer / Unsplash

Oración y Plenitud. 


Existe en el ser humano un poder maravilloso de realización espiritual y material, un poder que no está oculto, un poder permanente y telúrico, generador de milagros, un poder liberador y que colma de bendiciones el espíritu humano. Ese es el bendito poder de la oración, de la plegaria.

Un diálogo íntimo con Dios.
Foto: Zac Durant / Unsplash
Satisface las necesidades del cuerpo, de la mente y, por decirlo de algún modo, permite a la persona sentir, percibir, de manera intensa e íntima la presencia de su Creador.

La Oración (del latín oratio, -onis) es la expresión oral, mental o gestual, piadosa, que acerca a la persona a su Creador. Permite establecer un vínculo íntimo, personal, para expresar gratitud, para hacer una petición o sentir consuelo y fortaleza en las circunstancias adversas. 


Esto creo…

Cuando oro sé que Dios me escucha y… me responde, como un padre amoroso y justo a su hijo.

Orar es una manera de vivir, de sentir, pensar; es una manera de existir con bondad, amor, honestidad y bienestar consigo mismo y con los demás; de respeto ecológico a la naturaleza, a sus criaturas: las plantas y los animales.

Un diálogo íntimo con Dios.
Foto: Feliphe Scgiarolli / Unsplash
En una ocasión un amigo me comentó con cierta angustia que creía que Dios no lo veía, no lo tomaba en cuenta, que lo ignoraba. Le respondí que Dios nos mira a todos, a cada uno de sus hijos, que permanentemente piensa en cada uno de nosotros y que si de alguna manera, por un instante Dios dejará de pensar en él, en ese preciso momento, desaparecería como si no hubiera existido nunca y que una evidencia de que Dios piensa en él era que en ese momento aún estaba allí.

Cuando Oro lo hago con gratitud, agradeciéndole a mi Señor todas las bendiciones que estoy siendo, que estoy teniendo, disfrutando, y aún me atrevo a pedir más, ya sea salud productividad, amor.

Un diálogo íntimo con Dios.
Foto: Joshua Davies / Unsplash
La acción de orar es generosa. Además de orar por los míos, oro por las personas que sufren por causa de enfermedades físicas o mentales, por las personas en hospitales, en cárceles, por las personas envueltas en el flagelo de la guerra, oro por la paz, por la convivencia, la tolerancia entre las personas.

No soy una persona religiosa, soy un ser espiritual; los paradigmas religiosos o ateístas no los comprendo ni los crítico.

Evidentemente se ora a Dios, independientemente de si se practica o no una religión. Orar pertenece a la esfera del mundo espiritual. Es una creencia funcional de devoción y esperanza en el poder y amor de lo que denominamos nuestro Padre Celestial. Orar es conversar con Dios, es un diálogo en el cual es importante aprender a escuchar Sus respuestas.

Quien ora sabe que su Creador está a su lado, que lo está mirando, escuchando, cuidando, comprendiendo.

Orar produce el efecto sanador de percibir que se existe en un mundo menos amenazante y le da al devoto un sentido cósmico, un maravilloso sentido armónico de paz mental e incrementa el disfrute de vivir.

Un diálogo íntimo con Dios.
Foto: Keem Ibarra / Unsplash
En las personas creyentes con trastornos de ansiedad la oración ayuda a sobrellevar los mismos… saben que, espiritualmente, no están solos en su sufrimiento.

Hay innumerables estudios científicos relacionados con la eficacia de la oración, los ignoraremos porque sus resultados no son de interés para nuestro post  y porque la oración es un acto de fe, de confianza, de esperanza. En lo personal no necesito la validación de la ciencia para proceder a confiar plenamente en mi Creador.

Oro por mí, por ti… por todos. La compasión, la empatía, el interés y preocupación por el otro catalizan el efecto de la oración.

La oración, al igual que la dhyana (meditación), produce cambios expansivos en las estructuras del cerebro relacionadas con la percepción de la realidad. La percepción es el modo en que el cerebro categorizador, por medio de la mente codificadora que es su epifenómeno, comprende aquello que ha creado como su realidad del mundo natural y social. 

Un diálogo íntimo con Dios.
Foto: Lee Bernd / Unsplash
Como he explicado en anteriores post no creo en Dios… confío en Él. Cualquier creencia es necesariamente un constructo social, un paradigma fatalmente social. La creencia o no en el mundo espiritual es inicialmente determinado por mis cuidadores, por la familia en la cual crecí. Tengo el derecho asertivo de creer o no, de orar o no y también el deber asertivo de respetar el pensamiento del otro por muy diferente, extraño o contrario que sea al mío.

Indefectiblemente orar implica esa confianza, involucra también creencias espirituales y religiosas. Es la íntima confianza producida por la profunda certidumbre que soy escuchado… aunque humanamente no pueda explicarme cómo sucede.

A partir de los años sesenta del siglo pasado la cultura occidental, abierta, pragmática y libre, comenzó a conquistar el mundo. El desdén por la vida espiritual comenzó a imponerse paulatina y activamente. El cambio de valores implicado en el cine occidental acentuó la individualidad, la ferocidad entre individuos, el egotismo… el macho alfa manifestado en muchos hombres y mujeres. Por supuesto que un hombre duro de matar no tiene nada que ver con esas pendejadas místicas, eso se lo deja a los enclenques mentales.

¿Cuál es el sentido de mi existencia? ¿Qué implica existir? ¿Estoy aquí para quedar reducido a un olvidado polvo de estrellas? ¿Qué hay detrás de un interesante soy agnóstico? ¿Es motivo de vergüenza confiar en una divinidad que no puedo inteligir?

La oración, la plegaria, está radicalmente integrada en mi vida cotidiana. No pretendería jamás convencerte al respecto para que asumas mis creencias. Sería, de mi parte, de un total irrespeto intentar siquiera persuadirte que tengo la verdad y que debes orar, sólo tengo la verdad que estoy siendo. Me limito a compartir mis ideas y experiencias porque, para mí, de eso se trata la comunicación generosa. No polemizo, porque cada quien tiene sus razones para creer lo propio. Desde mi visión de la realidad toda religión es verdadera y también es verdadero el ateísmo. Es lo espectacular de ser humano, de ser persona.

Un diálogo íntimo con Dios.
Foto: Ben White / Unsplash
Es mi creencia que Dios siempre, siempre, está para todos… incluyendo a los malvados (tal vez está más pendiente de ellos).

Quizás soy un enclenque mental, un consumado supersticioso, un fanático, un ignoranto anafabestia que no ha puesto los pies en la realidad; quizás debería buscarme un trabajo o un hobby (no me compraré un perro porque vivo en un departamento pequeño y a mi gata no le gustan los cánidos)

Orar me permite intuir, aunque sea de forma vaga, el esplendor refulgente de la Creación. Me otorga una perspectiva cósmica que me permite disfrutar de un sentido de la vida trascendente, espiritual y socialmente. El significado de la existencia, para mí, es integrador porque comprendo que todos los seres somos inevitablemente uno. Que todos formamos una familia cuyos miembros han de ayudarse, socorrerse, tolerarse… amarse.


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