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01 agosto 2018

La Mujer… el enigma. El Arquetipo de la Diosa.

La Mujer… el enigma.

El Arquetipo de la Diosa.

El Arquetipo de la Diosa.
Foto: Pete Bellis / Unsplash


¿Cómo abordar un tema tan elusivo, complejo… misterioso?
Como hombre, escribir, hablar, acerca de lo que es la mujer es un desafío que escapa a lo meramente conceptual. Evidentemente no sé, ni puedo saber qué se siente ser mujer y es, precisamente, este punto lo que hace que sea muy trabajoso discurrir al respecto.

Tendré que conformarme con hablar acerca de ella desde afuera, desde ese otro complejo mundo que es lo masculino.


¿Qué es ser mujer?
Desde mi experiencia vital como hombre no puedo responder esta pregunta, más si puedo osar definirla, comprenderla, aproximarme al enigma que es la feminidad, el arquetipo femenino, cambiando a la pregunta ¿Qué es la mujer?

 El Arquetipo de la Diosa.
Foto: Kyle Loftus / Unsplash
Algunos buscan dilucidar qué es la mujer desde sus propios miedos o desde la angustia que les genera tal acertijo. En mi caso es el amor al conocimiento, la curiosidad por saber… por conocerla.

La mujer, lo femenino, es el misterio que se vela en el secreto de la Esfinge interpelando a Edipo. ¿Es un sencillo asunto de género? Pienso que no. Hablar de la mujer es hablar de Lillith, de Eva, de Astarté, Isis, Afrodita, de Hera.

Las mujeres que he amado me aproximan a su esencia, pero no es suficiente. No me interesan los estudios antropológicos, psicológicos ni sociales que brillantes mentes han establecido para explicarla porque lo que necesito es un enfoque muy personal… tal vez no escribo para ti, apreciado lector; tal vez estoy escribiendo para mí.

Desde hace algo más de tres mil años un manto cada vez más denso fue ocultando la hasta entonces libre, necesaria, natural, relación de la mujer con la divina naturaleza del mundo; pretendía obscurecer la visión de la mujer como imagen de la Madre Tierra, la inevitable relación con la fecundación, la fertilidad y el amor.

La revolución industrial término de afirmar el manto que cubre, que oculta, la femineidad, la manifestación espontánea de la diosa imperante en las sociedades que los estudiosos del tema definen como matriarcales. Lo hizo de manera brusca, activa, pretendiendo que tal ocultamiento fuera definitivo, total, destructivo… vanos e impotentes esfuerzos de las diversas sociedades que no pueden, realmente no pueden, destruir a la diosa.

Y no pueden porque los arquetipos no mueren, no se destruyen, tan sólo pueden ser desplazados temporalmente; pero estos pugnan por manifestarse con igual o mayor determinación que con la cual el patriarcado pretende someterla al ostracismo.

Hombres y mujeres temen por igual a la diosa, al arquetipo del Principio Femenino. Ambos se ocultan tras el escudo, ciertamente débil, frágil, del género y desde el siglo veinte también buscan protegerse detrás de la insubstancial guerra de los sexos.

Pitágoras dice que existe un principio bueno que ha creado el
El Arquetipo de la Diosa.
Foto: Michael Dam / Unsplash
orden, la luz y el hombre, y un principio malo que ha creado el caos, las tinieblas y la mujer
. Simone de Beauvoir plantea en la introducción de su libro Le Deuxième Sexe (1949) que el tema le resulta irritante: “La discusión sobre el feminismo ha hecho correr bastante tinta; actualmente está punto menos que cerrada: no hablemos más de ello. Sin embargo, todavía se habla. Y no parece que las voluminosas estupideces vertidas en el curso de este último siglo hayan aclarado mucho el problema. Por otra parte, ¿es que existe un problema? ¿En qué consiste? ¿Hay siquiera mujeres?” Ella define la maternidad como un constructo social de domesticación y control de la mujer, cuyo responsable es la sociedad patriarcal.

Independientemente de lo acertado de sus afirmaciones en su libro El Segundo Sexo, adivino un velado resentimiento en sus palabras. Así que ella tampoco me resulta útil porque anhelo escribir un post en tono de intimidad, un post que no repita cacofónicamente la explotación de la mujer por dicha sociedad patriarcal.

A su vez Claudia Anzorena afirma que la ideología despótica del Estado dominante, con sus leyes impide que las mujeres disfruten de plenos derechos e igualdad ante el hombre. Estamos de regreso al feminismo en sus diversos grados de tirria y desencanto.

Los especialistas (y hay muchos) probablemente me señalarán que es inevitable abordar los aspectos sobre los cuales me niego a escribir y debo reconocer que no podré evitar hacerlo cuando lo considere inevitable.

Hablar de la mujer es cavilar sobre aquello que hace que la hembra de nuestra especie manifieste el arquetipo de la Diosa, encarnada por la sacerdotisa conocida como la Prostituta Sagrada.

El secreto oculto al hombre, y a muchas mujeres, es el Principio de lo Femenino. Ese poder instintivo y a la vez intuitivo del espíritu de la mujer; poder espiritual y sexual, poder de la fertilidad de Gea, la Madre Tierra; poder de la Venus de Willendorf con sus veinticinco mil años de simbolismo y belleza.

Es sobre tal poder que deseo lucubrar para comprender el hechizo de las redondeadas formas femeninas, para aprehender su insondable sortilegio que me conquista, me encadena y… me libera.

Más allá de los arquetipos jungianos Ánimus y Ánima, más allá de la freudiana, errada y victoriana envidia del pene, encontramos a la mujer cotidiana, que respira, trabaja, come, baila, estudia… ama.

De ella es de quien aspiro elucidar sus arcanos silencios.

Para ello he de iniciarme en los antiguos ritos de Primavera relacionados con la fertilidad, la maternidad, el placer, el amor. He de participar en la consagración de la castidad y la belleza, del placer y la vida, a la cual sacerdotisa de Astarté me invita…


El Eterno Retorno…
El retorno de la Diosa es inevitable. La globalización es el medio, la cultura occidental el mensajero. Roma conquistó política y militarmente Grecia, sin embargo esta conquistó culturalmente al Imperio de los césares.

Hoy la historia se repite… pero sin incontables guerras de conquista. Las bondades y los errores del capitalismo y la democracia se han extendido por el mundo en un total asalto de hamburguesas, colas, moda, cine, a sociedades acostumbradas a reyes y teocracias tiranas, transformando sociedades cerradas en abiertos mercados de productos e ideologías.

El retorno de la Diosa, el arquetipo indestructible de lo Femenino, se va desplazando silenciosa e imperturbable hacia su objetivo. La liberación de la mujer en todas sus manifestaciones sociales como la igualdad en el trabajo, en el arte, las ciencias, las leyes, y otros aspectos de la civilización actual están levantando el denso, tal vez ilusorio, manto de la represión.

La Mujer y lo Femenino.
He afirmado que la mujer teme a lo Femenino tanto como el hombre. Algunos afirman que la mujer es el objeto del deseo… yo creo que el verdadero objeto del deseo es otro: lo femenino.

El Arquetipo de la Diosa.
Foto: Mikail Duran / Unsplash
Algunos hombres no le temen a la mujer que es su pareja (bueno… en algunos casos sí), su temor es a ese insondable misterio que intuyen en ella, que perciben poderoso, expansivo, peligroso para ellos. La consecuencia es destruir ese algo desconocido en la mujer que aman. Eficazmente devastan su autoestima, su independencia, su productividad, asolando el espíritu con la nociva determinación del control… porque necesitan la ficticia sensación de seguridad que este les produce. Lamentablemente en muchos casos ellas participan voluntariamente, como cómplices inconscientes, en tan demoledora tarea. Así han sido educadas: en el paradigma del sexo débil que obedece y se sacrifica. Adicionalmente saberse víctimas y el pecado las atan a un deplorable estado de culpa.

La mujer que aprendió que ella es el objeto del deseo no es libre, activa, ni creativa en lo relacionado con el sexo. No sabe tomar la iniciativa, lo que instintivamente sí sabe es que no debe hacerlo porque puede irritar a su maravilloso macho alfa que la posee.

Lo mejor, para deterioro de su identidad, es ser buena novia, pareja, esposa y mamá. No realiza que ser madre y esposa son roles secundarios en su existencia, que lo necesario es ser mujer… totalmente mujer.

La mujer no es dominada por el hombre, ese es el efecto colateral, es dominada por los paradigmas imperantes. En este caso ella se maquilla y se pone bella para el Otro, para todos los Otros. Necesita ser amada, aceptada, comprendida.

La Mujer que encarna a la Diosa.
 El Arquetipo de la Diosa.
Foto: Stas Svechnikov / Unsplash
Es Afrodita, diosa de la belleza, la pasión, el amor, el disfrute. Es la sabia Atenea, práctica, que discierne, por lo cual no se deja llevar por los impulsos, trata de igual a igual con los hombres y dispuesta está siempre a la batalla. Es la Amazona que devora a sus enemigos y a sus… amantes. Es la lunar Artemisa, cazadora, independiente y aventurera. Es Hestia, divinidad asociada al Hogar, diosa serena e introspectiva.

Esta fue mi respuesta personal, íntima, cuando la Esfinge me inquirió, so pena de devorarme… ¿Qué es la Mujer?

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