La Mujer… el enigma.
El Arquetipo de la Diosa.
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¿Cómo abordar un tema tan elusivo, complejo… misterioso?
Como hombre, escribir, hablar, acerca de lo que es la mujer
es un desafío que escapa a lo meramente conceptual. Evidentemente no sé, ni
puedo saber qué se siente ser mujer y es, precisamente, este punto lo que hace
que sea muy trabajoso discurrir al respecto.
Tendré que conformarme con hablar acerca de ella desde afuera, desde ese otro complejo mundo
que es lo masculino.
¿Qué es ser mujer?
Desde mi experiencia vital como hombre no puedo responder esta
pregunta, más si puedo osar definirla, comprenderla, aproximarme al enigma que
es la feminidad, el arquetipo femenino, cambiando a la pregunta ¿Qué es la
mujer?
Foto: Kyle Loftus / Unsplash |
Algunos buscan dilucidar qué es la mujer desde sus propios
miedos o desde la angustia que les genera tal acertijo. En mi caso es el amor
al conocimiento, la curiosidad por saber… por conocerla.
La mujer, lo femenino, es el misterio que se vela en el
secreto de la Esfinge interpelando a Edipo. ¿Es un sencillo asunto de género? Pienso que no. Hablar de
la mujer es hablar de Lillith, de Eva, de Astarté, Isis, Afrodita, de Hera.
Las mujeres que he amado me aproximan a su esencia, pero no
es suficiente. No me interesan los estudios antropológicos, psicológicos ni
sociales que brillantes mentes han establecido para explicarla porque lo que
necesito es un enfoque muy personal… tal vez no escribo para ti, apreciado
lector; tal vez estoy escribiendo para mí.
Desde hace algo más de tres mil años un manto cada vez más
denso fue ocultando la hasta entonces libre, necesaria, natural, relación de la
mujer con la divina naturaleza del mundo; pretendía obscurecer la visión de la
mujer como imagen de la Madre Tierra, la inevitable relación con la fecundación,
la fertilidad y el amor.
La revolución industrial término de afirmar el manto que
cubre, que oculta, la femineidad, la manifestación espontánea de la diosa
imperante en las sociedades que los estudiosos del tema definen como
matriarcales. Lo hizo de manera brusca, activa, pretendiendo que tal
ocultamiento fuera definitivo, total, destructivo… vanos e impotentes esfuerzos
de las diversas sociedades que no pueden, realmente no pueden, destruir a la
diosa.
Y no pueden porque los arquetipos no mueren, no se
destruyen, tan sólo pueden ser desplazados temporalmente; pero estos pugnan por
manifestarse con igual o mayor determinación que con la cual el patriarcado
pretende someterla al ostracismo.
Hombres y mujeres temen por igual a la diosa, al arquetipo
del Principio Femenino. Ambos se ocultan tras el escudo, ciertamente débil,
frágil, del género y desde el siglo veinte también buscan protegerse detrás de
la insubstancial guerra de los sexos.
Pitágoras dice que existe
un principio bueno que ha creado el
orden, la luz y el hombre, y un principio
malo que ha creado el caos, las tinieblas y la mujer. Simone de Beauvoir
plantea en la introducción de su libro Le Deuxième Sexe (1949) que el tema le
resulta irritante: “La discusión sobre el
feminismo ha hecho correr bastante tinta; actualmente está punto menos que
cerrada: no hablemos más de ello. Sin embargo, todavía se habla. Y no parece
que las voluminosas estupideces vertidas en el curso de este último siglo hayan
aclarado mucho el problema. Por otra parte, ¿es que existe un problema? ¿En qué
consiste? ¿Hay siquiera mujeres?” Ella define la maternidad como un
constructo social de domesticación y control de la mujer, cuyo responsable es
la sociedad patriarcal.
Foto: Michael Dam / Unsplash |
Independientemente de lo acertado de sus afirmaciones en su
libro El Segundo Sexo, adivino un velado resentimiento en sus palabras. Así que
ella tampoco me resulta útil porque anhelo escribir un post en tono de
intimidad, un post que no repita cacofónicamente la explotación de la mujer por
dicha sociedad patriarcal.
A su vez Claudia Anzorena afirma que la ideología despótica
del Estado dominante, con sus leyes impide que las mujeres disfruten de plenos
derechos e igualdad ante el hombre. Estamos de regreso al feminismo en sus
diversos grados de tirria y desencanto.
Los especialistas (y hay muchos) probablemente me señalarán
que es inevitable abordar los aspectos sobre los cuales me niego a escribir y debo
reconocer que no podré evitar hacerlo cuando lo considere inevitable.
Hablar de la mujer es cavilar sobre aquello que hace que la
hembra de nuestra especie manifieste el arquetipo de la Diosa, encarnada por la
sacerdotisa conocida como la Prostituta Sagrada.
El secreto oculto al hombre, y a muchas mujeres, es el
Principio de lo Femenino. Ese poder instintivo y a la vez intuitivo del
espíritu de la mujer; poder espiritual y sexual, poder de la fertilidad de Gea,
la Madre Tierra; poder de la Venus de Willendorf con sus veinticinco mil años
de simbolismo y belleza.
Es sobre tal poder que deseo lucubrar para comprender el
hechizo de las redondeadas formas femeninas, para aprehender su insondable sortilegio
que me conquista, me encadena y… me libera.
Más allá de los arquetipos jungianos Ánimus y Ánima, más
allá de la freudiana, errada y victoriana envidia
del pene, encontramos a la mujer cotidiana, que respira, trabaja, come,
baila, estudia… ama.
De ella es de quien aspiro elucidar sus arcanos silencios.
Para ello he de iniciarme en los antiguos ritos de Primavera
relacionados con la fertilidad, la maternidad, el placer, el amor. He de
participar en la consagración de la castidad y la belleza, del placer y la
vida, a la cual sacerdotisa de Astarté me invita…
El Eterno Retorno…
El retorno de la Diosa es inevitable. La globalización es el
medio, la cultura occidental el mensajero. Roma conquistó política y militarmente
Grecia, sin embargo esta conquistó culturalmente al Imperio de los césares.
Hoy la historia se repite… pero sin incontables guerras de
conquista. Las bondades y los errores del capitalismo y la democracia se han
extendido por el mundo en un total asalto de hamburguesas, colas, moda, cine, a
sociedades acostumbradas a reyes y teocracias tiranas, transformando sociedades
cerradas en abiertos mercados de productos e ideologías.
El retorno de la Diosa, el arquetipo indestructible de lo
Femenino, se va desplazando silenciosa e imperturbable hacia su objetivo. La liberación
de la mujer en todas sus manifestaciones sociales como la igualdad en el
trabajo, en el arte, las ciencias, las leyes, y otros aspectos de la
civilización actual están levantando el denso, tal vez ilusorio, manto de la
represión.
La Mujer y lo Femenino.
He afirmado que la mujer teme a lo Femenino tanto como el
hombre. Algunos afirman que la mujer es
el objeto del deseo… yo creo que el verdadero objeto del deseo es otro: lo femenino.
Foto: Mikail Duran / Unsplash |
La mujer que aprendió que ella es el objeto del deseo no es
libre, activa, ni creativa en lo relacionado con el sexo. No sabe tomar la
iniciativa, lo que instintivamente sí sabe es que no debe hacerlo porque puede irritar
a su maravilloso macho alfa que la posee.
Lo mejor, para deterioro de su identidad, es ser buena
novia, pareja, esposa y mamá. No realiza que ser madre y esposa son roles
secundarios en su existencia, que lo necesario es ser mujer… totalmente mujer.
La mujer no es dominada por el hombre, ese es el efecto
colateral, es dominada por los paradigmas imperantes. En este caso ella se maquilla y se pone bella para el
Otro, para todos los Otros. Necesita ser amada, aceptada, comprendida.
La Mujer que encarna a la Diosa.
Foto: Stas Svechnikov / Unsplash |
Esta fue mi respuesta personal, íntima, cuando la Esfinge me
inquirió, so pena de devorarme… ¿Qué es la Mujer?
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