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13 diciembre 2017

El Sentido de la Vida ¿Cuál es el significado de la existencia?

El Sentido de la Vida

¿Cuál es el significado de la existencia?


¿Cuál es el significado de la existencia?


Al principio todo fue curiosidad.
Introducción a la ciencia.
Isaac Asimov


¿Tiene la vida un sentido inherente? 

¿Existe el Destino? 
¿Qué es el Libre Albedrío?

Estas preguntas han sido respondidas de muchas formas a lo largo de la historia de la civilización, respuestas disimiles y contradictorias entre sí; algunas religiosas, otras morales o materialistas. La psicología y la neurociencia han aportado sus interpretaciones al igual que otras disciplinas científicas.
Son preguntas con profundas consecuencias filosóficas acerca del ser, de la existencia, de lo que consideramos que es la realidad.
En este post te invitamos a indagar con nosotros acerca de la primera de estas preguntas. Las líneas siguientes son nuestra percepción sobre el tema. ¿Cuál es la tuya?
En los próximos post dilucidaremos las otras dos.

 ¿Tiene sentido la vida?
Cualquiera que sea la respuesta que demos esta ha de ser comunicable, comprensible, aunque inevitablemente polémica.
Desde nuestra visión del mundo la vida no tiene de manera implícita un sentido moral ni un propósito o finalidad. Tal sentido ha de ser asignado por cada individuo y probablemente este cambiará a lo largo de su existencia. La razón de ser como ente social y espiritual ha de ser desarrollada y explicada personalmente.
Las preguntas universales acerca de la existencia han sido y continúan siendo: ¿Por qué soy como soy? ¿Para qué estoy viviendo? ¿Existe la vida después de esta vida? ¿De dónde vengo y para dónde voy? ¿Qué son la felicidad y el sufrimiento? ¿Vale la pena vivir?
Algunas personas creen que plantearse estas preguntas de índole metafísica es pensar tonterías filosóficas por lo cual no es relevante para ellas. Otras apercibidas de su importancia indagan conscientemente para hallar sus propias respuestas.
Frecuentemente la persona se encuentra confrontando esta cuestión al sufrir pérdidas dolorosas que perciben como destructoras de su equilibrio vital. Al ver cómo se van definitivamente sus seres amados o al hundirse en crisis económicas que afectan profundamente sus vidas. No pueden comprender por qué la vida les hace esto. Perciben las situaciones adversas difíciles como un injusto e inmerecido castigo del destino, de Dios o del azar.
Vivir implica incertidumbre, implica impermanencia, para bien o para mal. El cambio es constante y tiene su propio ritmo. Algunos cambios se perciben apenas en el transcurso de los años mientras otros son bruscos, inesperados, demoledores de la sensación de seguridad; en ambos casos el cambio genera bienestar en cualquier aspecto de la vida de la persona o produce crisis en los mismos.

¿Cómo darle un sentido positivo, expansivo, a la propia existencia?
Reconociendo la evidencia de que existimos como individuos ubicados en el mundo social y asumiendo las responsabilidades implícitas en el hecho de ser personas; comprendiendo la necesidad de darle, consciente y voluntariamente, significado a nuestra vida, elaborando una visión y una misión de la misma.
Definir con discernimiento e inteligencia el sentido individual de la vida es establecer en forma irrevocable valores morales sobre los cuales sustentar nuestros pensamientos, sentimientos y quehacer cotidiano.
Las personas que indagan  y realizan sus propias conclusiones acerca del sentido de la vida tienden a ser felices, exitosas, amorosas y empáticas. Su actitud proactiva les genera soluciones eficaces, inteligentes, frente a circunstancias desfavorables de variada magnitud. Responden la interrogante para saber quiénes son y hacia dónde desean orientar su existencia.
Vivir la vida sin plantearse cuál es su significado es un poco como recorrer un territorio desconocido sin mapa ni brújula; la persona desconoce hacia dónde va y, lamentablemente, cómo llegar con bien a un destino cierto, seguro, benéfico. Tal estado de cosas es el origen de dudas que manifiestan la ansiedad, el miedo y el desconcierto que el individuo es.
No necesitamos ser Platón, Kant o Heiddeger para inquirirnos acerca del sentido de la vida. Cada persona tiene la posibilidad y el derecho de hallar su respuesta de acuerdo a las creencias que es. Ya sea que se soporte en sus creencias religiosas, políticas, morales, podrá concluir por qué está aquí, para qué existe y qué anhela realizar en este transcurso maravilloso que es vivir.

¿Cómo lograrlo?
Estableciendo objetivos claros sobre los aspectos relevantes de la vida personal, manteniendo relaciones funcionales en el medio ambiente social; descubriendo día por día lo bello y lo útil en nosotros mismos.
Haciéndonos conscientes del valor que representamos para nuestros seres amados, disfrutando cada instante aún en las circunstancias adversas (de las cuales nunca somos víctimas). Pensando que somos entes socialmente productivos, espiritualmente hermosos, existencialmente únicos en medio de individuos únicos. Desplegando valores de tolerancia hacia quienes son diferentes a nosotros tanto por sus creencias particulares como por su origen étnico y sus preferencias personales; sabiendo que la amabilidad recíproca incrementa la posibilidad de comunicación y entendimiento.
Damos sentido a la vida, le otorgamos significación, cuando en medio de la complejidad de la existencia tomamos la decisión de vivir con plenitud, planificando objetivos superiores para nosotros y la sociedad en lo material y en lo espiritual; objetivos expansivos relacionados con lo económico, la salud, el amor, la familia, los amigos y el resto de los miembros de las diferentes colectividades en las cuales nos desenvolvemos.
Justificamos nuestro esfuerzo cotidiano cuando, en medio de las circunstancias positivas o nocivas, lo realizamos con el convencimiento, la alegría y el empeño de lograr el éxito en nuestro empeño de alcanzar las metas personales.
Es innegable el hecho que vivir conlleva la posibilidad de dolor, de frustración por el fracaso de nuestros planes. También es innegable que el sentimiento frustración y la sensación de fracaso sólo habitan en las personas debilitadas por el maltrato durante la niñez. Estamos siendo lo que aprendimos que somos y esta afirmación establece que lo que pensamos, sentimos, hablamos y hacemos son la expresión del modelo mental del mundo que aprendimos. Darle sentido a nuestra vida es un acto de consciencia, de voluntad, de realización y de confianza en nosotros mismos.
El sentimiento de insatisfacción, y la avidez subyacente, nacen de una íntima sensación de carencia; son la negación de nuestras posibilidades creativas en todos los aspectos de nuestro ser. Las personas que se sienten victimas tienden a no comprender su experiencia social y espiritual, razón por la cual se encuentran a sí mismas sufriendo “una vida sin sentido”, un día a día incoherente, abandonadas en el desierto del desaliento, las adicciones y, en casos inesperados, el espectro del suicidio establece su guardia impenitente…
¿Quién estoy siendo? ¿Qué soy? ¿Tengo claros mis objetivos? ¿Anhelo realizar mis sueños? ¿Me atrevo a soñar? ¿Me he preguntado qué deseo lograr como persona?

Son tantas las preguntas… debemos osar responderlas. 

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