¿Qué es el Amor?
Intimidad y amor romántico
Foto: Pablo Heimplatz - Unsplash
¿Qué es intimidad?
Este
concepto proviene del latín intus, en español: dentro. ¿Dentro de qué? ¿De
quién?
La
intimidad es ese aspecto privado de nuestra vida que reservamos para las
personas que amamos. Aspecto soportado en la confianza, en las experiencias genuinas
compartidas, en relaciones asertivas que generan seguridad, aprecio.
Elegimos la persona con quien sentimos intimidad porque la manera en que nos relacionamos con ella produce naturalmente un sentimiento de bienestar, de manera espontánea.
Elegimos la persona con quien sentimos intimidad porque la manera en que nos relacionamos con ella produce naturalmente un sentimiento de bienestar, de manera espontánea.
Foto: Paul Bence - Unsplash
En este
post nos centraremos en la intimidad que tiene una carga romántica entre dos
personas que son o aspiran a ser pareja. También lo haremos enfocándonos en las
relaciones funcionales, expansivas, porque las relaciones tóxicas carecen de
este mágico ingrediente.
La
relación romántica implica empatía, disfrute, fantasías, camaradería, atracción
sexual; es relajada, amena, sin atisbo de ansiedad ni control. Permite el
disfrute del momento en medio de una conversación y no genera incomodidad en
los momentos de silencio.
El tiempo se escapa y deseamos atraparlo para
continuar juntos un segundo más, una hora más, un día más. La intimidad es
signo de la presencia del amor o del presentimiento del mismo en el momento de
conocer a alguien que nos atrapa con su presencia. Igualmente es una importante
indicación de que la persona es adulta y está preparada para relaciones
maduras, placenteras y productivas soportadas en la independencia y el respeto
recíproco.
Ni las
palabras ni su ausencia ocasionan aburrimiento, alerta ni malentendidos. La
intimidad no se prueba, no hay necesidad de máscaras que nos protejan del otro.
La intimidad nos satisface el hambre de caricias y nos brinda la oportunidad de
estructurar saludablemente nuestro tiempo. Es la integración armónica de la
dimensión de lo afectivo con el pensamiento, de la sexualidad con el amor
romántico.
Intus ¿Dentro
de qué? De ti, de mí. ¿De quién? De mí, de ti. La intimidad no une…
La persona afectivamente sana es unidad y puede compartir tal unidad con el otro.
La persona afectivamente sana es unidad y puede compartir tal unidad con el otro.
Intus
no surge del amor, el amor germina en el jardín fecundo de la intimidad. Es una
experiencia espiritual compartida en un estado de totalidad. Lo íntimo en la
pareja es un tejido tántrico de ternuras, confianza, caricias, proximidad,
turbación ante la percepción de unidad, de saberse individuales en dicha unidad.
Es
ese estado de complicidad ante las circunstancias que articulan la pareja y la
confianza en que todo está bien con independencia de cómo sean tales circunstancias. La
pasión como deseo del otro es inseparable de lo romántico, en realidad son una
misma y deleitosa realidad.
Lo
romántico…
Lo romántico
es un modelo de aproximación al otro, una manera de relacionarse que tiene su
soporte en la confianza en sí mismo, el respeto al otro… y el anhelo maravilloso de ser y estar enamorados.
El amor romántico ¿Una entelequia?
Para
algunas personas ser romántico es un descarado ejemplo de cursilería, debilidad
o cuando mucho un rezago de los tiempos primitivos (de los años sesenta para
atrás).
Algunos
autores se refieren críticamente a este modelo como “amor idealizado”,
“eterno”, el del “te amaré pase lo que pase”, “te amo más que a mí mismo”, es
un amor a toda prueba que exige incontables pruebas de amor, de renuncia a la
individualidad “porque somos uno”. En este incondicional y tóxico modelo los
celos son garantía de que se ama porque “si te pierdo me muero”. Por supuesto
que el deseo sexual es fundamental porque la erótica también es una prueba de
amor. Hay la neurótica necesidad de que el otro sea “mi media naranja”, que me
complete y me haga sentir que existo.
Esta
nociva distorsión de lo romántico se ha acentuado en occidente gracias al cine,
los medios de comunicación, la literatura y las canciones. Occidente ha
occidentalizado el planeta con hamburguesas, fast food, bebidas azucaradas y su
inefable visión del amor perfecto que une hasta la muerte “así tenga que
matarte”.
Esta limitante idealización de amor necesariamente genera frustraciones afectivas al no tener
la posibilidad de realizarse porque está basada en las carencias de la persona, en los apegos derivados de estas carencias y en la renuncia personal
a la libertad y, sobre todo, en la anulación de lo que el otro es para que sea
como “debe ser”.
¿Es el
amor romántico una quimera?
Foto: Toa Heftiba - Unsplash |
Ni
quimera ni ficción. El amor no es verdadero, no es eterno… ni tóxico. El amor
es simple y portentosamente, el amor. La respuesta a nuestra pregunta la
encontramos en lo que cada individuo es, en sus actitudes, en las creencias que
es.
El amor
a primera vista, expansivamente hablando, no es un mito. La telúrica atracción
que pone a gravitar a dos personas entre sí es real, maravillosa, inesperada. Ante
tan intensa afinidad el individuo adulto, emocionalmente sano y funcional,
expresa libremente lo que piensa, siente y pretende. No hay temor de fondo, no siente
ansiedad ante la posibilidad del rechazo. Sabe que el otro decide… pero no teme
tal decisión.
Ninguna
persona tiene el poder de hacer feliz al otro porque serlo es un asunto personal que
depende de lo aprendido en la niñez. De la misma manera, el otro no me completa,
no tiene tan aterrador poder. Soy o no soy una persona integrada, completa,
plena.
La felicidad, la adecuada percepción de plenitud en el aspecto sexual,
la independencia para tomar responsablemente decisiones sin depender y “ser
guiado” apropiadamente por el otro, son algunas de las características de una
relación romántica expansiva de pareja.
Desde el
momento del flechazo del pícaro Cupido y el consecuente enamoramiento la
relación entre las personas ha de soportarse en el respeto mutuo, el cariño, la
tolerancia ante las diferencias, la independencia de criterios. Tener claro
desde el primer momento que la pareja no es un ente pegado, soldado, aglomerado
para toda la vida.
“No
tengo el poder de hacerte feliz, de proporcionarte placer, de adivinar qué
quieres o necesitas. Tampoco me gusta la idea de tener tal poder. Eres un Otro que
me atrae, que me enamora, que amo. No sé si te amaré “por siempre”, creo que te
amaré eternamente mientras te ame. Abomino la idea de respirar por ti y más aún…
la de asfixiarte. Cuando no estás te extraño pero eso no me entristece y aunque
deseo estar contigo todo el día, todos los días, no estoy atado, encadenado, a
tal deseo. Amarte no lo es todo en mi vida pero si es una parte importante de
la misma. Me inspira tu presencia y me conquista tu ausencia. Me siento feliz a
tu lado y continuaré feliz si te vas. No me invadas, no te invado, vivamos
nuestras propias vidas mientras nos queremos. Tu amor no es igual a mi amor y
eso nos atrae, nos compenetra, y aunque siento que somos uno… tu continuas
siendo tú y yo continuo siendo yo.”
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