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24 enero 2018

¿Qué es el Amor? Intimidad y amor romántico


¿Qué es el Amor?

Intimidad y amor romántico



                                                                                   Foto: Pablo Heimplatz - Unsplash


¿Qué es intimidad?

Este concepto proviene del latín intus, en español: dentro. ¿Dentro de qué? ¿De quién?

La intimidad es ese aspecto privado de nuestra vida que reservamos para las personas que amamos. Aspecto soportado en la confianza, en las experiencias genuinas compartidas, en relaciones asertivas que generan seguridad, aprecio. 


Elegimos la persona con quien sentimos intimidad porque la manera en que nos relacionamos con ella produce naturalmente un sentimiento de bienestar, de manera espontánea.
                                                                                Foto: Paul Bence - Unsplash
En este post nos centraremos en la intimidad que tiene una carga romántica entre dos personas que son o aspiran a ser pareja. También lo haremos enfocándonos en las relaciones funcionales, expansivas, porque las relaciones tóxicas carecen de este mágico ingrediente.

La relación romántica implica empatía, disfrute, fantasías, camaradería, atracción sexual; es relajada, amena, sin atisbo de ansiedad ni control. Permite el disfrute del momento en medio de una conversación y no genera incomodidad en los momentos de silencio. 

El tiempo se escapa y deseamos atraparlo para continuar juntos un segundo más, una hora más, un día más. La intimidad es signo de la presencia del amor o del presentimiento del mismo en el momento de conocer a alguien que nos atrapa con su presencia. Igualmente es una importante indicación de que la persona es adulta y está preparada para relaciones maduras, placenteras y productivas soportadas en la independencia y el respeto recíproco.

Ni las palabras ni su ausencia ocasionan aburrimiento, alerta ni malentendidos. La intimidad no se prueba, no hay necesidad de máscaras que nos protejan del otro. La intimidad nos satisface el hambre de caricias y nos brinda la oportunidad de estructurar saludablemente nuestro tiempo. Es la integración armónica de la dimensión de lo afectivo con el pensamiento, de la sexualidad con el amor romántico.

Intus ¿Dentro de qué? De ti, de mí. ¿De quién? De mí, de ti. La intimidad no une… 

La persona afectivamente sana es unidad y puede compartir tal unidad con el otro.

Intus no surge del amor, el amor germina en el jardín fecundo de la intimidad. Es una experiencia espiritual compartida en un estado de totalidad. Lo íntimo en la pareja es un tejido tántrico de ternuras, confianza, caricias, proximidad, turbación ante la percepción de unidad, de saberse individuales en dicha unidad. 

Es ese estado de complicidad ante las circunstancias que articulan la pareja y la confianza en que todo está bien con independencia de cómo sean tales circunstancias. La pasión como deseo del otro es inseparable de lo romántico, en realidad son una misma y deleitosa realidad.


Lo romántico…
Lo romántico es un modelo de aproximación al otro, una manera de relacionarse que tiene su soporte en la confianza en sí mismo, el respeto al otro… y el anhelo maravilloso de ser y estar enamorados.

El amor romántico ¿Una entelequia?
Para algunas personas ser romántico es un descarado ejemplo de cursilería, debilidad o cuando mucho un rezago de los tiempos primitivos (de los años sesenta para atrás).
                                                                           
Algunos autores se refieren críticamente a este modelo como “amor idealizado”, “eterno”, el del “te amaré pase lo que pase”, “te amo más que a mí mismo”, es un amor a toda prueba que exige incontables pruebas de amor, de renuncia a la individualidad “porque somos uno”. En este incondicional y tóxico modelo los celos son garantía de que se ama porque “si te pierdo me muero”. Por supuesto que el deseo sexual es fundamental porque la erótica también es una prueba de amor. Hay la neurótica necesidad de que el otro sea “mi media naranja”, que me complete y me haga sentir que existo.

Esta nociva distorsión de lo romántico se ha acentuado en occidente gracias al cine, los medios de comunicación, la literatura y las canciones. Occidente ha occidentalizado el planeta con hamburguesas, fast food, bebidas azucaradas y su inefable visión del amor perfecto que une hasta la muerte “así tenga que matarte”.

Esta limitante idealización de amor necesariamente genera frustraciones afectivas al no tener la posibilidad de realizarse porque está basada en las carencias de la persona, en los apegos derivados de estas carencias y en la renuncia personal a la libertad y, sobre todo, en la anulación de lo que el otro es para que sea como “debe ser”.

¿Es el amor romántico una quimera?
                                                                          Foto: Toa Heftiba - Unsplash

Ni quimera ni ficción. El amor no es verdadero, no es eterno… ni tóxico. El amor es simple y portentosamente, el amor. La respuesta a nuestra pregunta la encontramos en lo que cada individuo es, en sus actitudes, en las creencias que es.

El amor a primera vista, expansivamente hablando, no es un mito. La telúrica atracción que pone a gravitar a dos personas entre sí es real, maravillosa, inesperada. Ante tan intensa afinidad el individuo adulto, emocionalmente sano y funcional, expresa libremente lo que piensa, siente y pretende. No hay temor de fondo, no siente ansiedad ante la posibilidad del rechazo. Sabe que el otro decide… pero no teme tal decisión.

Ninguna persona tiene el poder de hacer feliz al otro porque serlo es un asunto personal que depende de lo aprendido en la niñez. De la misma manera, el otro no me completa, no tiene tan aterrador poder. Soy o no soy una persona integrada, completa, plena. 

La felicidad, la adecuada percepción de plenitud en el aspecto sexual, la independencia para tomar responsablemente decisiones sin depender y “ser guiado” apropiadamente por el otro, son algunas de las características de una relación romántica expansiva de pareja.  

Desde el momento del flechazo del pícaro Cupido y el consecuente enamoramiento la relación entre las personas ha de soportarse en el respeto mutuo, el cariño, la tolerancia ante las diferencias, la independencia de criterios. Tener claro desde el primer momento que la pareja no es un ente pegado, soldado, aglomerado para toda la vida.

“No tengo el poder de hacerte feliz, de proporcionarte placer, de adivinar qué quieres o necesitas. Tampoco me gusta la idea de tener tal poder. Eres un Otro que me atrae, que me enamora, que amo. No sé si te amaré “por siempre”, creo que te amaré eternamente mientras te ame. Abomino la idea de respirar por ti y más aún… la de asfixiarte. Cuando no estás te extraño pero eso no me entristece y aunque deseo estar contigo todo el día, todos los días, no estoy atado, encadenado, a tal deseo. Amarte no lo es todo en mi vida pero si es una parte importante de la misma. Me inspira tu presencia y me conquista tu ausencia. Me siento feliz a tu lado y continuaré feliz si te vas. No me invadas, no te invado, vivamos nuestras propias vidas mientras nos queremos. Tu amor no es igual a mi amor y eso nos atrae, nos compenetra, y aunque siento que somos uno… tu continuas siendo tú y yo continuo siendo yo.”



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