Tres cosas que hay que saber sobre los miedos
El Miedo, los miedos y la salud
El Grito. Edvard Munch
“…es
la anticipación de un mal”.
Aristóteles
1
Lo real
La
palabra miedo proviene del latín timor-ōris. Se refiere a la angustia que sufre
una persona por un peligro real o imaginario. Es, entre otras cosas, el temor que esa persona tiene
de que le suceda algo contrario a lo que espera.
Esta
emoción se caracteriza por una intensa y desagradable sensación provocada por
la percepción de un peligro
real o imaginario. Esta es una emoción primaria y está presente en todos los animales y se origina en la aversión al riesgo o la amenaza. Su expresión más profunda es el terror. El miedo, dependiendo de su intensidad y duración deriva en muchas ocasiones en ansiedad y angustia.
real o imaginario. Esta es una emoción primaria y está presente en todos los animales y se origina en la aversión al riesgo o la amenaza. Su expresión más profunda es el terror. El miedo, dependiendo de su intensidad y duración deriva en muchas ocasiones en ansiedad y angustia.
Es
una respuesta adaptativa del sistema nervioso, de mucha intensidad y corta
duración, cuya función es la defensa y, en algunos casos, el ataque por la
supervivencia. Cuando el peligro ha cesado la persona se relaja aunque conserva,
por un corto periodo, un estado de alerta y cautela.
El
miedo es real (objetivo) cuando el peligro afecta la seguridad física del
individuo, su vida. Por ejemplo: un incendio, un terremoto, ser atacado por
otra persona o un animal. Existe miedo neurótico cuando la amenaza que se
percibe, que se siente, no tiene relación alguna con situaciones reales de peligro
en el ambiente social o en el natural. Debemos a Freud estas dos definiciones
de miedo: real o neurótico.
El
miedo, para los psicólogos conductistas, es aprendido. ¿Cuándo lo aprendimos?
En la niñez, fue parte de nuestra
formación o no lo fue. Otras escuelas psicológicas afirman que el miedo es el
síntoma de un conflicto inconsciente no resuelto. Para mí, en el paradigma
integrador que soy, estas tres posturas no se contradicen sino que forman tres
aspectos de una misma realidad. Durante el proceso de socialización el
aprendizaje puede, o no, crear conflictos inconscientes que se manifiestan a lo
largo de la vida de una persona como síntomas neuróticos expresados como
miedos.
2
Lo
imaginario
¿Cuándo
es tóxico el miedo?
Esta
clase miedo lo pluralizo. Prefiero hablar de miedos para diferenciarlos del miedo como proceso de supervivencia.
La
respuesta evidente es: cuando no existe un peligro o una amenaza real,
objetiva. Estos miedos irracionales afectan la vida emocional, afectiva de la
persona. Esta es una crónica sensación de opresión, malestar, pánico,
incertidumbre. Esta destructiva emoción puede ser tan intensa, tan duradera,
que llega a anular las defensas naturales de quien la sufre, pues está
convencido que no tiene herramientas, habilidades, para sobreponerse.
Llamo
a estos miedos “miedos subjetivos”. miedos que brotan como hierba de lo
profundo del inconsciente. Miedos aprendidos debido al maltrato, el abuso;
miedos copiados de quienes nos criaron porque ellos también los sufrieron. Miedos
que se expresan como culpa, impotencia, vergüenza, dolor.
Estos
miedos imaginarios son tan reales, tan absolutamente crueles y definitivos, que
la persona se siente víctima y victimiza, se siente agredida y agrede o se
somete. Estos miedos son el canal por el cual fluye la violencia, la soledad,
la tristeza, los celos…
Son
la expresión neurótica de la represión en el infante y castran a niños y
adultos en sus procesos creadores, en sus ensayos de relacionarse con el otro
porque hay que protegerse para mantenerse en la ilusoria sensación de controlar
la seguridad personal.
Cada
cabeza es un mundo. El miedo y los
miedos son respuestas individuales, personales, que dependen de lo que cada
quien aprendió, de cómo se desarrolló su vida psíquica durante la niñez.
El
miedo como mecanismo de defensa ante una amenaza es funcional, es necesario
para la supervivencia; pero los “miedos psicológicos” mantienen a la persona en
un estado interior de fracaso, de anticipación nociva y aplazamiento perenne de
la propia realización.
En
lo orgánico la angustia es una experiencia opresiva. La palabra angustia, del
latín angustĭa “angostura” (porque da
la sensación de angostamiento de las vías respiratorias) es congoja o
aflicción.
Dado
que el cerebro no establece diferencias entre lo real y lo subjetivo los miedos
afectan tanto la salud mental como la salud física, esto implica que ante una
situación estresante de miedos
subjetivos el cerebro desencadena los mismos mecanismos de defensa que
ante un peligro real. El sistema nervioso y el sistema inmune están
profundamente relacionados con las debidas consecuencias que el estrés
producido en el sistema nervioso debilita la acción protectora del sistema
inmune.
3
¿Vencer
los miedos?
Como
coach, en mi visión de la realidad la persona “no tiene miedos”, la persona “es
miedos”. En otras palabras los miedos son una expresión neurótica de lo que la
persona es, no de lo que tiene. Tengo zapatos, tengo gripe, tengo un hígado,
pero los miedos… es lo que soy.
No
hay manera de vencer los miedos, no creo que sea posible “enfrentarlos” como si
se tratara de una pelea de box o un juego de fútbol. Sería una pelea de yo
contra yo. Los miedos se resuelven, ya sea en la terapia psicológica o, tal
vez, en un proceso de coaching.
“No
tengas miedo…”, “atrévete a hacerlo…”, “no eres el único que siente miedo…”, “enfrenta
tu miedo y…”, “vence tu miedo a…”. la realidad es que los miedos, por ser
inconscientes, paralizan a la persona, secuestran el discernimiento, bloquean
el sistema nervioso, los músculos; generan depresión, impotencia.
Por
esto es que la mejor manera de resolverlos es con terapia psicológica.
Terminemos
aquí esta primera parte de este importante tema porque es mucho lo que hay que
agregar, porque es muy interesante y de utilidad para las personas que sufren
diariamente de miedos, fobias y ataques de pánico.
Ya
estamos escribiendo la segunda parte para postearla tan pronto como sea
posible.
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