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16 septiembre 2017

Tres cosas que hay que saber sobre los miedos


Tres cosas que hay que saber sobre los miedos

El Miedo, los miedos y la salud


El Miedo, los miedos y la salud
                        El Grito. Edvard Munch


“…es la anticipación de un mal”.
Aristóteles

1

Lo real

La palabra miedo proviene del latín timor-ōris. Se refiere a la angustia que sufre una persona por un peligro real o imaginario. Es, entre otras cosas, el temor que esa persona tiene de que le suceda algo contrario a lo que espera.
Esta emoción se caracteriza por una intensa y desagradable sensación provocada por la percepción de un peligro
real o imaginario. Esta es una emoción primaria y está presente en todos los animales y se origina en la aversión al riesgo o la amenaza. Su expresión más profunda es el terror. El miedo, dependiendo de su intensidad y duración deriva en muchas ocasiones en ansiedad y angustia.
Es una respuesta adaptativa del sistema nervioso, de mucha intensidad y corta duración, cuya función es la defensa y, en algunos casos, el ataque por la supervivencia. Cuando el peligro ha cesado la persona se relaja aunque conserva, por un corto periodo, un estado de alerta y cautela.
El miedo es real (objetivo) cuando el peligro afecta la seguridad física del individuo, su vida. Por ejemplo: un incendio, un terremoto, ser atacado por otra persona o un animal. Existe miedo neurótico cuando la amenaza que se percibe, que se siente, no tiene relación alguna con situaciones reales de peligro en el ambiente social o en el natural. Debemos a Freud estas dos definiciones de miedo: real o neurótico.
El miedo, para los psicólogos conductistas, es aprendido. ¿Cuándo lo aprendimos? En la niñez, fue parte de nuestra formación o no lo fue. Otras escuelas psicológicas afirman que el miedo es el síntoma de un conflicto inconsciente no resuelto. Para mí, en el paradigma integrador que soy, estas tres posturas no se contradicen sino que forman tres aspectos de una misma realidad. Durante el proceso de socialización el aprendizaje puede, o no, crear conflictos inconscientes que se manifiestan a lo largo de la vida de una persona como síntomas neuróticos expresados como miedos.

2
Lo imaginario
¿Cuándo es tóxico el miedo?
Esta clase miedo lo pluralizo. Prefiero hablar de miedos para diferenciarlos del miedo como proceso de supervivencia.
La respuesta evidente es: cuando no existe un peligro o una amenaza real, objetiva. Estos miedos irracionales afectan la vida emocional, afectiva de la persona. Esta es una crónica sensación de opresión, malestar, pánico, incertidumbre. Esta destructiva emoción puede ser tan intensa, tan duradera, que llega a anular las defensas naturales de quien la sufre, pues está convencido que no tiene herramientas, habilidades, para sobreponerse.
Llamo a estos miedos “miedos subjetivos”. miedos que brotan como hierba de lo profundo del inconsciente. Miedos aprendidos debido al maltrato, el abuso; miedos copiados de quienes nos criaron porque ellos también los sufrieron. Miedos que se expresan como culpa, impotencia, vergüenza, dolor.
Estos miedos imaginarios son tan reales, tan absolutamente crueles y definitivos, que la persona se siente víctima y victimiza, se siente agredida y agrede o se somete. Estos miedos son el canal por el cual fluye la violencia, la soledad, la tristeza, los celos…
Son la expresión neurótica de la represión en el infante y castran a niños y adultos en sus procesos creadores, en sus ensayos de relacionarse con el otro porque hay que protegerse para mantenerse en la ilusoria sensación de controlar la seguridad personal.
Cada cabeza es un mundo.  El miedo y los miedos son respuestas individuales, personales, que dependen de lo que cada quien aprendió, de cómo se desarrolló su vida psíquica durante la niñez.
El miedo como mecanismo de defensa ante una amenaza es funcional, es necesario para la supervivencia; pero los “miedos psicológicos” mantienen a la persona en un estado interior de fracaso, de anticipación nociva y aplazamiento perenne de la propia realización.
En lo orgánico la angustia es una experiencia opresiva. La palabra angustia, del latín angustĭa “angostura” (porque da la sensación de angostamiento de las vías respiratorias) es congoja o aflicción.
Dado que el cerebro no establece diferencias entre lo real y lo subjetivo los miedos afectan tanto la salud mental como la salud física, esto implica que ante una situación estresante de miedos  subjetivos el cerebro desencadena los mismos mecanismos de defensa que ante un peligro real. El sistema nervioso y el sistema inmune están profundamente relacionados con las debidas consecuencias que el estrés producido en el sistema nervioso debilita la acción protectora del sistema inmune.                                                                                             
3
¿Vencer los miedos?
Como coach, en mi visión de la realidad la persona “no tiene miedos”, la persona “es miedos”. En otras palabras los miedos son una expresión neurótica de lo que la persona es, no de lo que tiene. Tengo zapatos, tengo gripe, tengo un hígado, pero los miedos… es lo que soy.
No hay manera de vencer los miedos, no creo que sea posible “enfrentarlos” como si se tratara de una pelea de box o un juego de fútbol. Sería una pelea de yo contra yo. Los miedos se resuelven, ya sea en la terapia psicológica o, tal vez, en un proceso de coaching.
“No tengas miedo…”, “atrévete a hacerlo…”, “no eres el único que siente miedo…”, “enfrenta tu miedo y…”, “vence tu miedo a…”. la realidad es que los miedos, por ser inconscientes, paralizan a la persona, secuestran el discernimiento, bloquean el sistema nervioso, los músculos; generan depresión, impotencia.
Por esto es que la mejor manera de resolverlos es con terapia psicológica.

Terminemos aquí esta primera parte de este importante tema porque es mucho lo que hay que agregar, porque es muy interesante y de utilidad para las personas que sufren diariamente de miedos, fobias y ataques de pánico.

Ya estamos escribiendo la segunda parte para postearla tan pronto como sea posible.


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