Comenzando

Si te gustan los temas, ayúdanos escribiendo tu opinión en los comentarios, planteando temas que te interesaría que escribiéramos y compartiendo en tus redes sociales. Gracias, de esa manera nuestro blog seguirá creciendo y cumpliendo con nuestro objetivo de servir a las personas.

19 junio 2018

Alimentación y Cerebro. La importancia de la Nutrición Cerebral.

Alimentación y Cerebro

Nutrición Cerebral.

Nutrición Cerebral.
Foto: Lily Banse / Unsplash

"Que la comida sea tu alimento y el alimento tu medicina"
Hipócrates.

En este post analizamos la importancia que tiene la alimentación para la buena o mala salud del cerebro. ¿Cómo los hábitos alimenticios afectan cómo nos sentimos? ¿Depende nuestra memoria de lo que servimos en nuestro plato? ¿Sentimos satisfacción o culpa al complacernos con algo que nos apetece?

Algunas personas no son conscientes de la importancia de la nutrición para el cerebro. Es probable que desconozcan los fundamentos bioquímicos de la nutrición cerebral y la importancia de la misma en la salud mental (en realidad no podemos saberlo todo). Tal vez no investigan el tema porque sus intereses están orientados a las aparentes urgencias de la vida cotidiana. Sin embargo, el cuidado al decidir cuáles alimentos hemos de consumir es fundamental para vivir a plenitud. La apropiada nutrición es prioritaria para la funcionalidad orgánica de los órganos, músculos, huesos… y el cerebro.


Una pésima nutrición puede producir ansiedad, depresión, osteoporosis, síndrome metabólico, diabetes, problemas coronarios,
La importancia de la Nutrición Cerebral.
Foto: Dan Golg / Unsplash
problemas de circulación sanguínea; la mala nutrición afecta al hígado, los riñones, puede generar la aparición del alzheimer, parkinson y senilidad. 
Prevenir estas enfermedades y sanar alguna ya manifestadas va a depender en gran medida del tipo de alimentos que consumimos, podemos prevenir el agotamiento nervioso, el agotamiento físico, podemos producir un estado de sueño saludable y llegar a un estado de vejez, con lucidez e independencia funcional.

Cada persona es responsable de su salud mental y física. Debe ser consciente de la calidad de los alimentos que consume para prevenir enfermedades mentales o físicas. La presión social, la publicidad, el limitado tiempo que nos deja el diario acontecer, la falta de información con relación al tema, aumentan los riesgos de no mantener una dieta saludable. La comida rápida, los alimentos industrializados con más énfasis en la ganancia que en el bienestar del consumidor, las bebidas gaseosas azucaradas… alarmantemente aumentan día a día la cantidad de personas con obesidad, enfermedades del corazón, con diabetes, colon tóxico. Durante los últimos sesenta años tales enfermedades se han convertido en una pandemia que consume el presupuesto de salud de los estados, destruye el bienestar de las familias y genera un mayor porcentaje de ancianos con enfermedades asociadas a la demencia, a la decrepitud.

La importancia de la Nutrición Cerebral.
Foto: Natanael Melchor / Unsplash
Alimentarnos no es necesariamente nutrirnos y en el caso del cerebro esta es una muy certera afirmación . La salud del cerebro depende de los nutrientes que aporta nuestro estilo de alimentación.

Alimentarse debe ser una decisión consciente, voluntaria, para satisfacer una necesidad fisiológica: el hambre. Depende de lo que hemos aprendido, de nuestros hábitos establecidos como dieta. Estos hábitos pueden ser modificados en función de las necesidades del individuo.

La nutrición es un complejo proceso involuntario, inconsciente, que consta de la ingestión de los alimentos, su digestión y posterior absorción de los nutrientes, la circulación o transporte, los procesos metabólicos y posterior almacenamiento y, por último, la excreción de los desechos. La misma aprovecha los nutrientes de los alimentos para mantener la funcionalidad y salud del organismo ya sea en su función energética, reguladora o estructural.

Los nutrientes se clasifican en esenciales o no esenciales. Los nutrientes esenciales no son producidos por el organismo y han de ser obtenidos de los alimentos.

Se clasifican, de acuerdo a su funcionalidad, en:
Vitaminas: (Reguladoras). Ejemplo el sistema inmunitario.
Proteínas: (Función estructural): Cabello, colágeno, uñas, entre otros. (Función reguladora): neurotransmisores, enzimas, hormonas.
Hidratos de carbono: (Función energética): Glucosa.
Minerales: (Función reguladora): el balance ácido-base. (Función estructural): el esqueleto.
Lípidos (grasas): (Función energética y reguladora): transporte de las vitaminas A, D, E y K y la regulación térmica.
Fibra: (Función reguladora): laxante, limpiadora, saciedad.
Agua: (Función reguladora): transporte, temperatura corporal, digestión. (Función estructural): aproximadamente el 60% del peso corporal. y

La dieta es la decisión que se toma acerca de cuáles alimentos comer y el tamaño de las raciones de los mismos que consumimos a diario. Lo ideal es que la dieta aporte el requerimiento mínimo de los nutrientes para una saludable funcionalidad fisiológica.

Volvamos al cerebro
La importancia de la Nutrición Cerebral.
Neuron Spark by Neutrix
La salud del cerebro depende de una alimentación sana que permita la asimilación de los nutrientes necesarios para el buen funcionamiento del mismo. La práctica de actividad física diaria, disciplinada, es otro componente fundamental de la salud neuronal. El tercer aspecto de dicha salud es la actitud, la conducta, lo que pensamos y sentimos con relación a las diferentes circunstancias que nos afectan en la cotidianidad. A todo esto debemos añadir la práctica diaria de sencillas técnicas de respiración y relajación.

La calidad del cerebro, su salud y la prevención de enfermedades que lo afectan ocupa el tiempo y el interés de muchos profesionales en distintas disciplinas. La depresión, el Parkinson, el Alzheimer, la ansiedad, el insomnio, los desórdenes emocionales, tienen relación con el modo en que la persona se alimenta.

La importancia de la Nutrición Cerebral.
Foto: Rawpixel / Unsplash
Uno de los objetivos de este post es que nuestros apreciados lectores comprendan la necesidad de crear hábitos saludables en relación a su dieta diaria. Hábitos que permitan nutrir esa maravillosa estructura de cien mil millones de neuronas con la cual nos relacionamos con el mundo.


Lo básico: Neurotransmisores.
Un neurotransmisor es un mensajero químico, una biomolécula que permite la transmisión de información desde una neurona hacia otra (mediante la sinapsis que las separa); o hacia una célula muscular o una glándula. Algunos de estos y algunas neurohormonas son: la acetilcolina, su deficiencia produce dispersión, el cortisol y la adrenalina, relacionadas con el estrés, la serotonina cuya ausencia se asocia con la depresión, la melatonina, su ausencia genera insomnio, las endorfinas, relacionadas el estar enamorados, con la alegría, las actividades creativas.

Psico-Neuro-Inmuno-Endocrinología.
Esta disciplina establece la relación de los neurotransmisores con la psiquis humana, con las hormonas y el sistema inmune. Las conductas emocionales están reguladas por estas sustancias originadas en el cerebro. La nutrición cerebral apropiada en calidad y cantidad protege la integridad estructural-funcional de las neuronas y lo más importante: las relaciones sinápticas entre las mismas (por ejemplo, se ha establecido que la memoria radica en tales relaciones o conexiones sinápticas).

La importancia de mantener sano el cerebro reside en que es el medio por el cual, la mente que soy, se expresa. Es la herramienta de la consciencia para conocerse, indagar en sí misma, es el instrumento para conocer y relacionarse con lo que considera que es la realidad.

El cuerpo es una extensión del cerebro, el vehículo que le permite desplazarse y manipular el mundo físico. Los órganos de los sentidos le comunican las sensaciones de forma, color, temperatura, sonidos, sabores… pero sobre todo, los mensajes del otro, la imagen propia y la de sus seres amados, vecinos, la de toda aquella persona a la cual que ve y escucha. El cerebro crea percepciones, interpretaciones de esa realidad que parece estar afuera y también de la que, incomprensiblemente, está adentro.

Si el cerebro no está sano… ¿Qué sucede con tal percepción?



Algunos ejemplos de cómo la inadecuada nutrición cerebral afecta a un individuo:

El modo en que nos alimentamos influye en la química cerebral y por ende en la conducta y el estado emocional de las personas. La alimentación funcional permite mejorar la memoria, prevenir la senilidad, la demencia y los trastornos emocionales como la depresión. Esto se debe a que determinados alimentos contienen los nutrimentos para los diversos tejidos cerebrales: neurológicos y neurotransmisores.

¿Consumimos tales alimentos?

Un trastorno en el metabolismo de la glucosa impide mantener la integridad funcional y estructural de las neuronas, agravando por el desequilibrio biodinámico (ejemplo: hipometabolismo de la glucosa) en el sistema nervioso central, probables trastornos que son esencialmente enfermedades mentales.

Ante la disminución de los ácidos grasos esenciales se altera la composición lipídica de las membranas neuronales, afectando sus funciones naturales. La nutrición cerebral apropiada, incluida en la dieta, ha de cubrir las necesidades estructurales y energéticas del cerebro para poder restablecer el balance, seriamente dañado, en las enfermedades mentales. El correcto aporte de nutrientes es un mecanismo eficaz en el tratamiento de pacientes con esquizofrenia (se considera el uso del aceite de pescado, rico en ácidos grasos esenciales omega-3). El DHA (ácido docosahexahenoico) es un constituyente importante en la comunicación sináptica.

Holden denominó diabetes cerebral al hipometabolismo de la glucosa (en la enfermedad depresiva unipolar). La importancia del aminoácido triptófano, implicado en la producción de la serotonina (un neurotransmisor) en la patogenia de la depresión, es un gran soporte en la psiquiatría. Igualmente en el hipometabolismo de la glucosa, la deficiencia de neurotransmisores, por ejemplo la acetilcolina, y de ácidos grasos esenciales, se asocia con el deterioro cognitivo, el envejecimiento del cerebro y la demencia.

La manipulación nutricional, insistimos, puede ser muy valiosa en el tratamiento de los pacientes con depresión, Alzheimer y demencia. Se ha comprobado la relación entre los factores dietéticos y la enfermedad mental.

Los hidratos de carbono, al descomponerse, producen la glucosa. Una molécula energizante de vital importancia para el cerebro. Los alimentos ricos en hidratos de carbono son el pan, el arroz (preferiblemente integrales), los cereales sin gluten; las patatas, legumbres.

El triptófano. La serotonina está relacionada con un positivo estado de ánimo, con el buen humor. Este neurotransmisor también actúa como un reloj interno de nuestro cuerpo, relacionado con los ciclos de sueño y vigilia. El triptófano es un aminoácido esencial que es aportado necesariamente a través de la alimentación. Los alimentos ricos en triptófano son: pescados, los frutos secos, huevos, lácteos, carnes, legumbres como la soja, algunas frutas tales como el plátano, el aguacate.

Ácidos grasos esenciales son importantes para el desarrollo y funcionamiento del sistema nervioso y del cerebro. Un aporte adecuado de éstos se consigue consumiendo aceite de semillas, frutos secos, germen de cereales, aguacate, margarina 100% vegetal, cereales integrales, soja y aceite de hígado de bacalao, o mediante complementos dietéticos como el aceite de onagra y el germen de trigo.

Piensas con el cerebro… es hora de pensar en él.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario